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viernes, 17 de junio de 2011

El juego de la noche.

Desapareció de la isla, dejándolos solos, y se teletransportó a la casa de Valerio, donde Bride lo esperaba haciendo el equipaje.

-¿Sabes que no tienes que hacer eso?-le preguntó.

-¡Voy a ponerte un cascabel!-exclamó ella, dando un respingo.

El comentario le arrancó una carcajada.
Bride dio otro respingo al ver que toda su ropa aparecía primorosamente doblada en las maletas.

-Vane...

-¿Qué?

-Da igual-respondió con una carcajada. En realidad no quería que cambiara.

Vane se acercó a ella por detrás y la abrazó por la cintura.
Por un instante, se limitó a disfrutar de su cercanía. De la fuerza de esos brazos que la abrazaban.

-Dime, ¿qué vas a hacer con el resto de tu vida ahora que ya no tienes que preocuparte por tus padres y que Fury tiene el control de la manada?

-¿Quieres que te diga la verdad?

-Sí.

-No quiero hacer nada salvo pasar el resto de mi vida mirándote.

-Sí, pero...

-No hay peros que valgan, Bride. Me he pasado los últimos cuatrocientos años luchando con uñas y dientes
por todo. Escondiendo lo que soy de verdad. Ya no tengo necesidad de hacerlo. Tú estás a salvo en Nueva Orleans y tengo toda la intención de que siga así.

Se giró sin alejarse de él y le arrojó los brazos al cuello.

-¿Y mi tienda?

-Es toda tuya.

-¿Me ayudarás a encargarme de ella?

-No. Voy a estar demasiado ocupado encargándome de ti.

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